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La yuca tiene sed
El año de sequía que enfrenta el caribe colombiano ha impactado la productividad agrícola de la región. Incluso los cultivos de yuca, los más resistentes de todos, se han visto afectados por la falta de agua.
Ya no se encuentran esos mapas dibujados en la tierra por las lombrices. El aullido del mono aullador, semejante al silbido del viento pero más poderoso y sostenido, no se escucha, lo mismo que el canto alegre de las aves migratorias. Es como si hubiera un luto en el ambiente. La rana blanca amante de las superficies frías ha desaparecido y el Carrao (un ave del caribe) se ha dedicado a llorar sobre un árbol seco. Los campesinos saben que estos son indicios de que la lluvia está lejos del municipio de Mahates Bolívar, en el Caribe colombiano.
Todos los meses de julio, Aníbal Ballestas, campesino oriundo de este municipio, se prepara para recoger la cosecha de yuca que siembra en el mes de enero. Los compradores suelen llegar en lanchas a la orilla del río Magdalena para comprarles este tubérculo a los campesinos. Pero este año ha sido distinto: no podrá recoger sus cultivos en julio, como acostumbraba, sino hasta final del año.
Usualmente la yuca demora 6 o 7 meses en crecer, pero con el sol de los últimos meses los cultivos no han podido desarrollarse lo suficiente. El impacto de los cambios en el clima se sienten en los cultivos pese a que la yuca, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es uno de los alimentos más resistentes al cambio climático y de mayor templanza para soportar fuertes temperaturas y oleadas de calor.
Desde que Aníbal estaba muy pequeño ha trabajado en la parcela y por eso sabe cómo han cambiado las cosas en los últimos años. Ante las altas temperaturas y la falta de lluvias en lo que va del 2015, es consciente de que si acaso logrará reunir 40 bultos y no los 80 que solía sacar.
No solo Ballestas vive de la agricultura. Según un informe de Fedesarrollo, cerca del 26% del pueblo colombiano habita en zonas rurales donde la agricultura es el principal método de manutención y el 62,1% está en la pobreza. La agricultura contribuye anualmente alrededor del 14% del PIB nacional anual.
La yuca (Manihot esculenta Crantz) es un cultivo tropical originario de Suramérica y ha sido empleado como alimento desde hace unos 5.000 años, inicialmente por los grupos de cazadores recolectores del Caribe y de las zonas amazónicas. Según cifras del informe de Economía Regional del Banco de la Republica, en Colombia se producen cerca de 2 millones de toneladas de raíces al año. La región Caribe aporta el 50% del total nacional.
Yuca y cambio climático
La yuca se adapta a diferentes condiciones geográficas y soporta sequías pues tiene mecanismos de defensa que la hacen más resistente que otros cultivos como el maíz, la batata o el frijol. Por eso es considerada el “alimento del cambio climático”, según un documento escrito por de Clair Hershey del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
La publicación "La yuca en el Caribe colombiano: de cultivo ancestral a agroindustrial", publicada por el Banco de la Republica en 2012, indica que sus condiciones de adaptación le permiten crecer en condiciones tropicales variadas: trópicos subhúmedos, sabanas de suelos ácidos, tierras bajas de trópico húmedo, trópicos de altitud media, trópicos de grandes altitudes, subtrópicos y trópicos semiáridos y suelos desde el nivel del mar hasta los 1.800 msnm.
Al respecto, Guillermo Castilla, Instructor del programa Producción Agropecuaria Ecológica del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), explica que la yuca es resistente a altas temperaturas por guardar en sus raíces grandes cantidades de harinas, carbohidratos y otros nutrientes que sostienen a la planta. En época de verano o de extrema sequía, las hojas de la planta de yuca se caen; por ende la planta no realiza el proceso de fotosíntesis y la yuca utiliza todo los nutrientes guardados en sus raíces. Cuando llueve nuevamente, la planta de yuca “se viste”, como dicen los campesinos, y con sus hojas continúa con el proceso de crecimiento.
Por su parte, el climatólogo Andy Jarvis, autor principal de un informe sobre la yuca, publicado en la revista científica Tropical Plant Biology, asegura que no existe otro alimento básico disponible con este nivel de tenacidad: “en circunstancias idóneas, los agricultores tendrían una diversidad de cultivos, con la yuca actuando como un mecanismo de seguridad. Esto mejoraría la nutrición y reduciría el riesgo climático”. Pero la planta no está exenta de peligros.
Conocimiento campesino
Robinson Villadiego, campesino y cultivador del corregimiento de Gambote, al norte del departamento de Bolívar -el lugar de mayor producción de yuca de la zona- sabe que aunque la yuca es resistente, la falta de agua no deja de afectarla; por eso en época de sequía siembra en las laderas del Canal del Dique (a orillas del río Magdalena) porque ahí la tierra permanece húmeda. Sin embargo, sabe que corre el riesgo de que si llegan las lluvias y el río sube, el cultivo se ahogue, como sucedió durante las enormes inundaciones que vivió el país en 2010-2011.
Los campesinos como él hoy se sienten desorientados porque ya no saben cuándo es el mejor tiempo para sembrar. La preparación del suelo usualmente comienza en la época de lluvia y se siembra al comienzo de la época seca para aprovechar la humedad antes de que el terreno se endurezca. El tallo se corta en trozos de 25 cm y eso es lo que se usa como semilla, pero por los cambios en el clima “tenemos que sembrar a la deriva, no sabemos bien si va a caer lluvia en algún mes y se nos ahoga el cultivo”, cuenta Ignacio, otro campesino.
Yuca mejorada
No solo en Colombia la yuca es considerada como el alimento de seguridad frente a los estragos del cambio climático. También en el este de África se está estudiando el potencial de este tubérculo para salvar a la población del hambre. Se cree que en los próximos años los cultivos de yuca en esa región podrían aumentar un 10%.
En Colombia existen cooperaciones que velan por la seguridad de las siembras, tales como la CIAT, que realiza investigación colaborativa para mejorar la productividad agrícola y el manejo de los recursos naturales en países tropicales y en vía de desarrollo, y CLAYUCA, que busca promover la innovación tecnológica y el desarrollo agroindustrial por medio de la investigación del cultivo de la yuca y otras raíces y tubérculos en las regiones tropicales.
Asimismo, la Fundación Promotora Canal del Dique, en alianza con CLAYUCA, SENA, y el CIAT, viene adelantando proyectos en el municipio de Mahates (Bolívar). La iniciativa busca fortalecer la seguridad alimentaria de los habitantes de la zona facilitándoles la obtención de ingresos mediante el cultivo y transformación de productos derivados de la yuca, a partir del desarrollo de semillas mejoradas más resistentes que aseguran tubérculos con altos contenidos nutricionales y cultivos de ciclos más cortos, indica Teodoro Blanquiceth, líder comunitario.
Cuando los cultivos están listos, se cosechan y las yucas se envían a los laboratorios del Centro Agroempresarial y Minero del Sena para convertirlos en harina, que sirve de materia prima para la elaboración de diversos productos.
Esta planta se puede utilizar completa, ya que las hojas son ricas en carbohidratos y las raíces contienen además de hidratos de carbono, proteínas, grasas y vitaminas.
Actualmente, en la asociación están vinculados 33 campesinos que se han comprometido a crear un banco de semillas con todas las variedades de yuca.
Aníbal Ballestas, Ignacio y Robinson Villadiego coindicen en que la mejor yuca para llevar a la mesa es la blanca y sin hebra. Aunque el sol no ha tenido tregua este año, esperan lograr que la mayoría de sus productos salgan así. También esperan que las lombrices vuelvan a dibujar mapas en la tierra y que se escuche el aullido del mono aullador como anuncio de que las lluvias se acercan y de que la yuca podrá vestirse de nuevo de hojas y acelerar la cosecha.