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Cómo adaptarse al cambio climático: una visión desde la Conferencia Adaptation Futures 2016

Con el fin de responder a esta pregunta, cientos de representantes de gobiernos, ONG, sector empresarial, sociedad civil y academia de cerca de 100 países se reunieron del 10 al 12 de mayo en Róterdam Holanda, en una conferencia que, a diferencia de las cumbres climáticas, se realiza cada dos años. También es muy distinta a las cumbres climáticas porque no se va a negociar a nivel de gobiernos, sino a presentar lo que ya se ha hecho desde diferentes sectores para enfrentar el cambio climático y ha resultado bien o dejado valiosas lecciones aprendidas.

Esto es lo inspirador de la Conferencia Adaptation Futures y, asimismo, su reto: cómo escalar todo eso a nivel planetario según las diferentes particularidades de cada continente, región, país, localidad y sector.

La conferencia del 2016 presentó decenas de casos en áreas como seguridad alimentaria, bosques y medios de vida; ciudades e infraestructura; disponibilidad y acceso a agua dulce; salud pública; y reducción del riesgo de desastres. También se habló sobre financiamiento y gobernanza.

Siendo esta la conferencia más grande sobre adaptación al cambio climático luego de la famosa COP21, que dio como resultado el Acuerdo de París, resulta un termómetro de cómo camina este tema en el planeta.

A nivel general ya se nota un sentido de urgencia que no existía pocos años atrás. En la plenaria de apertura, Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, recordó que solo quedan cinco años para llegar al pico máximo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para luego empezar a bajar rápidamente si queremos evitar las consecuencias más drásticas del cambio climático; esas que sucederían con un aumento de más de dos grados Celsius en la temperatura del planeta.

No nos queda otra, entonces, que lidiar con el cambio climático, pero  hay que hacerlo ya.

América Latina y en especial, Centroamérica y el Caribe, es una de las regiones más vulnerables al cambio climático. No se presentaron muchos casos sobre la región en la conferencia, lo cual no quiere decir que no existan. Sin embargo, y esto sucede también a nivel global, la reducción de emisiones, o mitigación, es la que reina.

Pareciera que es más fácil, incluso se podría decir más sexy, meterse en el tren de la mitigación, que tiene procesos más definidos (como resulta ser la carbono neutralidad), que ponerse a ver en cada caso cómo enfrentar impactos que incluso aún no han llegado.

El sector empresarial, por ejemplo, reconoció en la conferencia que todavía no tiene un modelo de negocios para enfrentar el cambio climático y las empresas asesoras se ven en la situación de tener que explicarles a sus clientes  que es importante tener una estrategia de adaptación. El porqué hay que hacerlo, Felipe Sibesma, CEO de DSM, lo dijo muy bien en una de las plenarias: “los negocios que no se adapten serán los grandes perdedores del futuro”.

Información necesita fluir

Para Roger Pulwarty de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de Estados Unidos, América Latina cuenta con buena información científica y expertos para generarla, el problema es que todavía no fluye lo suficiente a un nivel local de ejecución; si bien hay casos como el de Uruguay, expuesto en la conferencia, que ha desarrollado un Sistema de Respuesta al Cambio Climático con apoyo directo de la Presidencia, el cual trabaja coordinadamente a nivel interministerial y local. Uno de sus logros ha sido la recuperación de playas para resistir a fenómenos extremos.   

Otro caso de la región expuesto en la conferencia fue el del Municipio de Cantarrana en Honduras, que está adaptando toda una localidad a las inundaciones. También se habló de adaptación en sistemas agrícolas y forestales en Perú y la importancia de desarrollar alianzas, como la Coalición Delta, para compartir experiencias entre países con características geográficas similares y así hacerle frente al alza en el nivel del mar.

Al comparar las ciudades latinoamericanas con otras a nivel global en términos de cómo están enfrentando temas claves para la adaptación al cambio climático, como es el caso de la calidad, resiliencia y eficiencia en el manejo del agua, el Índice Arcadis del Agua en Ciudades Sostenibles, el cual realiza un ranking entre 50 ciudades del mundo, mostró durante la conferencia que la región se ubica en un nivel medio bajo.  Buenos Aires, por ejemplo, se encuentra en el puesto 34, mientras que Río de Janeiro, en el 44, reflejando que se necesitan nuevas inversiones para mejorar la calidad del agua, particularmente el tratamiento de aguas servidas y saneamiento.

Para José Luis Samaniego, Director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL), un tema clave en América Latina para la adaptación al cambio climático lo es también el alza en el nivel del mar. Pese a ser una de las grandes amenazas a lo largo de la región, es poco contemplado en las estrategias de desarrollo de los países, según el experto.

Para Pulwarty, el cómo las comunidades locales en América Latina ya han tenido que lidiar con las consecuencias provocadas por los fenómenos El Niño y La Niña, brinda un conocimiento local importante que debe ser capitalizado para enfrentar el cambio climático.

Un tema valioso que también surgió en la conferencia y en el cual podría estar mucha de la clave del éxito para lograr una adaptación efectiva, es que la misma palabra adaptación no es comprendida por muchos sectores y entonces resulta relevante hablar el idioma de sus necesidades y realidades particulares a fin de atraer el interés. Por ejemplo, el sector financiero comprenderá definitivamente con números; el empresarial, a nivel de riesgos; las comunidades agrícolas, con la afectación de sus medios de vida; las poblaciones urbanas, con el deterioro de su calidad de vida…

Lo cierto es que  el tema de adaptación, lejos de ser uno más en la jerga del cambio climático, es en realidad uno decisivo. Qué tan urgente o no resulta para América Latina, es lo que hará la diferencia.

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